¿Sabes cómo identificar el dolor crónico? Se trata de una experiencia sensorial y emocional desagradable que se asocia con una lesión real o potencial de los tejidos. El dolor tiene una función adaptativa, ya que nos alerta de que algo no funciona bien en nuestro organismo y nos motiva a buscar una solución.
El dolor crónico se define como aquel que dura más de tres meses o que se extiende más allá del curso normal de una enfermedad. Puede tener múltiples causas, como enfermedades degenerativas, inflamatorias, neurológicas o tumorales, o bien ser consecuencia de una lesión traumática, quirúrgica o infecciosa.
El objetivo de este artículo es ofrecer una información clara y actualizada sobre el dolor crónico, sus características, sus posibles causas, sus síntomas, su diagnóstico, su tratamiento y su prevención.
A continuación se describirán las causas y los factores de riesgo del dolor crónico; los síntomas y el diagnóstico del dolor crónico; así como los tratamientos farmacológicos y no farmacológicos del dolor crónico.
¿Qué es el dolor crónico y qué tipos hay?
El dolor es una sensación desagradable que todos hemos experimentado alguna vez, y que nos indica que algo no va bien en nuestro cuerpo. Normalmente, el dolor desaparece cuando se cura la causa que lo provoca, pero ¿qué pasa cuando el dolor persiste durante meses o años, sin una razón aparente?
En ese caso, estamos ante un dolor crónico, una condición que afecta a más del 20% de la población mundial, y que puede reducir la calidad de vida de quienes lo padecen. El dolor crónico puede tener múltiples causas, tanto físicas como psicológicas, y los factores de riesgo que pueden favorecer su aparición.
Existen diferentes tipos de dolor crónico, según la zona a la que afectan y el mecanismo que los produce. Los principales tipos de dolor crónico son:
Dolor nociceptivo o somático: Es el dolor que surge debido a una lesión o inflamación de los tejidos de la piel, los músculos, los huesos o las articulaciones, que se detecta por los receptores del sistema nervioso como una amenaza. Este tipo de dolor suele ser localizado, constante y pulsátil, y se alivia con analgésicos y antiinflamatorios.
Dolor neuropático: Es el dolor que se produce por una alteración o daño en el sistema nervioso, ya sea en el cerebro, la médula espinal o los nervios periféricos, que envía señales erróneas o exageradas de dolor al cerebro. Este tipo de dolor suele ser difuso, intermitente y punzante, y se agrava con el movimiento, el tacto o los cambios de temperatura.
Dolor mixto o inespecífico: Es el dolor que tiene componentes del dolor nociceptivo y del dolor neuropático, o que no tiene una causa clara o identificable. Este tipo de dolor suele ser complejo y difícil de tratar, y puede requerir una combinación de medicamentos, terapias y técnicas de afrontamiento.
¿Cómo se diagnostica el dolor crónico y qué opciones de tratamiento hay?
El diagnóstico del dolor crónico se basa en el examen físico y el historial médico del paciente. El médico puede preguntar sobre la localización, la intensidad, la frecuencia, la duración y el carácter del dolor, así como sobre los factores que lo alivian o lo empeoran. También puede indagar sobre el impacto del dolor en la vida diaria, el estado de ánimo y el sueño del paciente.
Además, el médico puede sugerir ciertas pruebas para descartar otras afecciones médicas que puedan causar o agravar el dolor, como infecciones, inflamaciones, tumores o lesiones nerviosas.
¿Cómo prevenir y aliviar el dolor crónico con hábitos saludables?
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Además de seguir el tratamiento médico adecuado, existen algunos hábitos saludables que pueden ayudar a prevenir o aliviar el dolor crónico, mejorando la calidad de vida de las personas que lo sufren. Estos hábitos son:
Hacer ejercicio físico moderado
El ejercicio físico puede ayudar a fortalecer los músculos, mejorar la circulación, liberar endorfinas y reducir el estrés. Algunos ejercicios recomendados para el dolor crónico son la natación, el yoga, el pilates, el tai chi o la bicicleta. Se debe evitar el sedentarismo y el sobreesfuerzo, y consultar con el médico antes de iniciar cualquier actividad física.
Llevar una dieta equilibrada
Se debe llevar una dieta variada, rica en frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, pescado, frutos secos y aceite de oliva. Estos alimentos aportan vitaminas, minerales, antioxidantes y ácidos grasos omega-3, que tienen propiedades antiinflamatorias y analgésicas. Se debe evitar el consumo excesivo de grasas saturadas, azúcares, sal, alcohol y cafeína, que pueden favorecer la inflamación y el dolor.
Dormir bien y suficiente
Se debe respetar los horarios y las rutinas de sueño. El sueño es fundamental para la recuperación física y mental, y para el control del dolor. Se recomienda dormir entre 7 y 8 horas al día, en un ambiente cómodo, oscuro, silencioso y fresco.
Evitar el estrés y la ansiedad
El estrés y la ansiedad pueden aumentar la sensibilidad al dolor y afectar al estado de ánimo. Se pueden practicar técnicas de relajación, como la respiración profunda, la meditación, el mindfulness o la hipnosis, que ayudan a calmar la mente y el cuerpo. También se puede recurrir a actividades placenteras, como leer, escuchar música, pintar o hacer manualidades, que distraen la atención del dolor y generan bienestar.
Buscar apoyo social y emocional
El apoyo debe ser tanto de familiares, amigos, profesionales o grupos de autoayuda. El apoyo social y emocional puede ayudar a expresar los sentimientos, compartir las experiencias, recibir consejos, encontrar soluciones y sentirse acompañado y comprendido. El aislamiento y la soledad pueden empeorar el dolor y la depresión.
Esperamos que este artículo haya aclarado todas tus dudas, recuerda que si quieres saber más de dolor crónico no dejes de leer nuestras publicaciones y seguir en Instagram para apoyar nuestro contenido.